Reconciliación 🫂

Hace poco pasé por algo muy difícil para mí. De esos momentos que duelen en lo más profundo, que te sacuden y te hacen cuestionarlo todo. Eso fue antes de lo que te conté de que me detectaron una hernia discal, esto otro solo vino a “rematar” lo que ya estaba pasando.


Hace unos días no podía caminar, el dolor era tan fuerte que podría decir que se sentía como contracciones de parto, al menos las que yo tuve fueron así. Sólo que en este caso, tenía más miedo, porque el dar a luz era algo natural y era algo que había esperado por 40 semanas, no poder caminar, de un día para otro, no lo era y eso me llenaba más de miedo…


El diagnóstico fue: una hernia discal, que afortunadamente no requiere cirugía, pero sí mucha disciplina para la recuperación.


El descanso obligatorio me llevó a mucha reflexión y me di cuenta de que el dolor físico, aunque incómodo y a veces frustrante, puede enseñarnos muchas cosas si lo vemos desde otra perspectiva.


El dolor físico, aunque incómodo y a veces frustrante, puede enseñarnos muchas cosas si lo vemos desde otra perspectiva. Aquí algunos aprendizajes valiosos:


✨Escuchar a tu cuerpo: El dolor es una señal, no un enemigo. Nos avisa que algo necesita atención, ya sea descanso, cambios en nuestra rutina o incluso apoyo emocional.


✨La importancia del descanso: A veces, el dolor llega cuando hemos ignorado nuestras necesidades. Nos recuerda que el descanso no es opcional, sino una parte esencial del bienestar.


✨La conexión entre cuerpo y emociones: Muchas veces, el dolor físico es el reflejo de algo más profundo: estrés, ansiedad, emociones reprimidas. Aprender a gestionar nuestras emociones puede aliviar no solo la mente, sino también el cuerpo.


✨Aceptar la vulnerabilidad: No siempre tenemos que estar en control o ser fuertes. El dolor nos muestra nuestra humanidad y nos invita a tratarnos con más compasión.


✨La paciencia y el proceso: Sanar lleva tiempo. Aprender a ser pacientes con nuestro cuerpo nos ayuda a desarrollar resiliencia y confianza en que el dolor no define nuestro presente ni nuestro futuro.


✨Fortaleza en la fragilidad: Pasar por momentos de dolor nos hace valorar más los momentos de bienestar. Nos enseña que, incluso en la incomodidad, seguimos siendo capaces de avanzar.


Si me hubieras preguntado hace unos años cómo se sana una herida, te habría dicho que el tiempo la cierra. Que el enfoque es seguir adelante, ser fuerte y no mirar atrás. Pero hoy sé que la verdadera sanación no es solo cuestión de tiempo. Es cuestión de reconciliación.


Recientemente inicié terapia con una psicóloga nueva, y me encantó porqué me dijo que este proceso lo llamaríamos “Reconciliación” y dije “Kaaaaaa!!! No es casualidad que me diga eso” era justo la palabra que había estado rondando en mi cabeza. Pero,


¿Qué significa reconciliarnos?

Por mucho tiempo pensé que reconciliación significaba resolver un conflicto con alguien más. Pedir perdón o concederlo. Pero ahora entiendo que también es un acto profundamente personal.


Es hacer las paces con nuestra propia historia.
Con las decisiones que tomamos, con los caminos que elegimos o que nos tocó recorrer. Algo que me di cuenta que me pasaba es que durante muchos años desee haber nacido en una familia que me diera todo, no tener que trabajar por las tarrdes para pagar mis estudios, ni preocuparme por las impresiones, si, en ese entonces imprimíamos y fotocopiábamos jajaja. Ahora lo pienso y me da risa, pero esta era una constante queja.


Es reconciliarnos con nuestro cuerpo.
Agradecerle en lugar de exigirle. Cuidarlo en lugar de castigarlo. Darte cuenta de todo lo maravillo que hace por ti, fue capaz de dar vida al niño de mis sueños, de correr un maratón, de llevarme a conocer lugares que siempre soñé.


Es reconciliarnos con nuestro bienestar.
Permitirnos descansar sin culpa, disfrutar sin miedo y soltar la idea de que siempre debemos estar haciendo algo para ser valiosas. No sé de donde salió esa idea de que como madres debemos cumplir con todo, no importa si trabajas, si elegiste quedarte en casa, o cual sea la decisión que tomaste.


Es reconciliarnos con Dios.
No desde la vergüenza o la sensación de no ser suficientes, sino desde el amor incondicional que Él nos ofrece siempre. Confiando en que sus sueños son mucho más grandes que los nuestros.


Abrazar en lugar de huir

Hay dolores que no se superan, solo se aprenden a llevar. Hay heridas que no se olvidan, pero que dejan de doler cuando decidimos mirarlas con amor en lugar de con rencor o culpa.


Siento que la reconciliación, va más allá del perdón, es ese abrazo que nos damos a nosotras mismas cuando dejamos de pelear con la vida y empezamos a aceptarla, con todo lo que ha sido y con todo lo que nos ha hecho ser.


Y sí, a veces reconciliarnos con nuestra historia duele. Pero más duele vivir huyendo de ella.


Un ejercicio para este mes:

Si sientes que este mensaje resuena contigo, quiero invitarte a hacer algo:

Tómate unos minutos en un lugar tranquilo y pregúntate:


  • ¿Con qué parte de mí necesito reconciliarme hoy?
  • ¿Qué palabras necesito decirme con amor y compasión?
  • ¿Cómo puedo dejar de luchar contra mi historia y empezar a abrazarla?


Escribe lo que salga, sin juicio. A veces, todo lo que necesitamos es escucharnos con amor.


Si quieres compartir algo sobre tu proceso, te leo en los comentarios o puedes escribirme. Estoy segura de que no es casualidad que estés aquí hoy.


Con cariño,


Chio


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